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Una pequeña reivindicación.
Como reivindicación, pequeña se queda corto.
Pero el grito que reivindica debería ser sobrecogedor. O así es como yo lo siento.
A continuación uno de mis rincones especiales de Barcelona. Cabe decir que lo que fue mi ciudad desapareció, en gran parte, hace años. Me quedan los recuerdos. El otro día estaba preparando una especie de itinerario por esa parte de mi memoria para alguien, y volvió a aparecer:
Plaça de Sant Felip Neri, una minúscula placita donde solía pasar horas, sola o en compañía, pero siempre con una sensación honda, íntima, que no podía encontrar en ningún otro lugar. Daba para recogerse, hablar en voz queda, expresar sensaciones o pensamientos tan profundos como intrascendentes.
Se respiraba, lo que fuera, había algo en aquella calma.
Su historia es triste: de las 1900 bombas que cayeron en los días del bombardeo durante la guerra civil, una acertó de lleno allí: treinta niños y más de una docena de adultos perdieron la vida, y quedan como tesimonio las marcas de la metralla en los muros de la iglesia.
Durante muchos años el silencio acompañó al recuerdo, las piedras siguieron contando lo sucedido, y poca gente se atrevía a meterse por la calle estrecha y tortuosa que se abre paso desde el flanco izquierdo de la Catedral hasta ese rincón lleno de alma, de historia, de tragedia...



Después llegó la época de "recuperar" la memoria, se abrió la ciudad en canal, de manera que no queda un rincón libre de todas las formas imaginables de comercio -entre los productos más preciados, románticos souvenirs de sus cicatrices-; la plaza hierve de día y de noche, todo tipo de gente se pasea por ella, toma un refresco, o acude a uno de los famosos conciertos que tienen lugar en la iglesia. Está de moda.
De paso, tal vez detengan la vista en los desperfectos de la fachada, tal vez lo comenten, y puede que lo recuerden cuando vayan a publicar un nuevo artículo sobre la necesidad de mantener viva la conciencia de las injusticias cometidas.

Yo sólo sé que el ruido hizo callar las voces, que el silencio se rompió para siempre, que ya nada huele ni a historia, ni a verdad. Y que la vida que lo atropelló todo a su paso no se justifica, no ofrece nada mejor a cambio.

4 comments to “Silencio a la escucha”

  1. A principios de los años noventa, con los amigos, al abandonar la plataforma ruidosa de la Plaça Reial, nos íbamos a Sant Felip Neri a esperar el sol. Y muchas noches comentábamos lo de la metralla en la iglesia (lo siento, hacíamos un poco de ruido), y nos preguntábamos qué pasó. Prevaleció la teoría del bombardeo, pero no sabía el resto. Qué triste.
    Es verdad, esa Barcelona ya no existe, pero alguna otra habrá.
    Me ha emocionado la entrada, me ha traído un alud de recuerdos.

  1. Hola, Igor!

    Me alegra conocer a más gente que comparte esos recuerdos.
    (¡Qué de noches inolvidables en la Plaça Reial!)
    ¿Sabes? No creo que un poco de ruido de estudiantes alterase nada. Entonces nosotros éramos parte del paisaje, sólo una especie más entre toda su fauna, y supongo que la extrañeza con que paseo ahora por allí se debe a que dejamos de serlo.
    Pero tienes razón, vendrán cosas nuevas y algunas de ellas por fuerza habrán de ser positivas y estimulantes.

    ¡Gracias por tu comentario!

  1. En mi caso, la teoría primigenia al pasear con alguna exnovia era la de los fusilamientos. Después descubrí lo de los bombardeos e incluso más al detalle la historia de esos bombardeos y de como una de esas se colo por el tejado hasta el crucero sin llegar a explotar ...
    En fin, a veces ni el ruido hace callar las voces. (Y si o, que se lo pregunten a la que seguía escuchando los corderos)
    Cinefilias a parte, es cierto que en toda esa zona -iba a escribir el verbo "hay" pero el verbo es "quedan"- todavía algunos rincones tranquilos y agradables, como este, donde el negocio de las new shops y los design bars no ha asomado todavía. No sé si por mucho tiempo. Que dure.

  1. Re-bienvenido, Chus. Esto sigue siendo un cajón de sastre siempre en proyecto, pero espero que eso cambie pronto. En tu casa, ya sabes.

    Saludos!

Tractatus extract

6.54 Mis proposiciones esclarecen porque quien me entiende las reconoce al final como absurdas, cuando a través de ellas -sobre ellas- ha salido fuera de ellas. (Tiene, por así decirlo, que arrojar la escalera después de haber subido por ella.)
Tiene que superar estas proposiciones; entonces ve correctamente el mundo.

7.00 De lo que no se puede hablar hay que callar.

Ludwig Wittgenstein